jueves, 14 de enero de 2010

Podemos pensar. Debemos pensar

Con ocasión de los terremotos que sacudieron El Salvador en enero y febrero de 2001, Jon Sobrino, jesuita, recientemente nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Deusto, escribió un libro que hoy, lamentablemente, recobra toda su actualidad. Lo tituló “Terremoto, terrorismo, barbarie y utopía”. Lo subtituló “El Salvador, Nueva York, Afganistán”. Y lo publicó la Editorial Trotta, en Madrid, en 2002.
Urge actuar. Los que tenemos dinero podemos aportarlo. Algunos se han ido hasta allá, y a las horas que escribimos estas líneas están aterrizando en Haití y en la República Dominicana. Pero a veces no sabemos cómo actuar. NI podemos ir ni tenemos dinero. Entonces podemos pensar. Podemos reflexionar. Eso sí que podemos hacerlo todos.
Decía Jon Sobrino que no hay por qué estar en el lugar de un terremoto para poder reflexionar sobre él. Pero si no nos encarnamos de alguna manera en su realidad y en lo que produce –muertos y damnificados, destrucción y desolación, responsabilidad por lo hecho y por lo no hecho, exigencia de solidaridad y abominación de corrupción, y añadamos, aunque sea en una palabra, lo bueno que ha ocurrido con ocasión del terremoto-, si, peor aún, nos distanciamos de esas realidades, si, cerrados los ojos y tranquilizada la conciencia, la vida siguiera igual, entonces el terremoto simplemente no habría existido sobre nosotros, no habría sido real. Viviríamos en (…) la apariencia, en un fantástico ´apartheid´ autoimpuesto del que no queremos salir.
También decía que el terremoto es una catástrofe, pero es además portador de verdad. Es una radiografía del país en sus diversas dimensiones: física, económica, social, política, cultural, religiosa, (…) muestra la verdad oculta que, además, se quiere que pase desapercibida. Hoy sabemos -podemos saber- del país (de Haití, en este caso) más que antes del terremoto.
¿Qué podemos saber? Lo pobre y lo vulnerable que es la sociedad haitiana, fruto de la injusticia y de una manera de conducir el país que no hace de la eliminación de esa injusticia lo central. A veces ni siquiera es importante.

Podemos pensar. Debemos pensar.
Pedro M.

2 comentarios:

  1. Tenemos la costumbre de pensar que ha las sociedades empobrecidas, les suceden mas catástrofes que ha las económicamente avanzadas, pero lo que sucede habitualmente es que las sociedades pobres tienen menos capacidad para sobreponerse.

    Debemos de ayudar en los momentos de mas críticos, pero no debemos de olvidarnos, que una ayuda constante, serviría para que los países pobres no tuvieran tantos daños cuando legan las catástrofes naturales.

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  2. Jorge tiene razón. Dentro de una semana Haití desaparecerá de las portadas de los periódicos. Pero dentro de una semana, seguirá habiendo cadáveres bajo los escombros, se seguirán alzando por las noches cantos y oraciones en el silencio del Caribe. Y dentro de muchos meses, mientras nosotros pasamos nuestras vacaciones, merecidas, de verano, en Haití, de manera absolutamente inmerecida, seguirán sufriendo un dolor inaceptable en este momento de la historia.

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